Mi abuelo nació en un
pequeño pueblo de Badajoz y tuvo que viajar toda su vida en busca de trabajo. Desde
muy joven, gozaba de una gran habilidad para contar historias, por lo que lograba
emplearse en pequeños periódicos de provincia como reportero. De esta forma,
recorrió varias ciudades del territorio peninsular hasta terminar recalando en
la isla de Tenerife. Allí escribió, en un periódico de Santa Cruz llamado
Anaga, una serie de artículos dedicados a las distintas profesiones, que
guardaba meticulosamente recortados en carpetas. Muchos años después de que mi abuelo
falleciese, encontré estos documentos entre sus libros y su lectura me resultó
fascinante. La mayoría de los oficios que allí se relataban ya habían
desaparecido y decidí conservarlos, como prueba de los cambios que ha
experimentado nuestra sociedad en tan poco tiempo. Están escritos en la década
de los años sesenta del siglo pasado y, sin embargo, ya han sido prácticamente
olvidados. Me encuentro, por ejemplo, con la entrevista a Santiago, el
linotipista del diario “La Tarde”, que nos explica cómo funciona este ingenio: es
como una máquina de escribir, tiene noventa teclas, pulsándolas suavemente se
extraen las matrices que van formando una línea de la medida prevista, a la
cual se le añaden los blancos necesarios para completarla y, mediante una
palanca, se pasa a la boca del crisol, donde se funde la línea de plomo que va
formando la galerada. Bonifacio, el fotograbador, nos cuenta la anécdota de
cuando vino a Gran Canaria la actriz Silvana Pampanini a rodar la película
Tirma. El avión llegó a la una y media de la madrugada y logró que el grabado
estuviera en el periódico a las tres de la madrugada. Hay que considerar, nos
dice, que el aeropuerto está a treinta kilómetros de la capital y había que
revelar el negativo, hacer positivo, volver a reproducir negativo, hacer otro
positivo, etc. Paco Martínez Pérez, caricaturista que alcanzó gran prestigio
internacional, nos habla también de cómo realiza su trabajo: considero que la
caricatura debe ser íntima y decorativa. Yo la hago de distintos materiales,
dibujada y en color. Utilizo la madera, el barro, papel, cartulina, serpentina
y hasta el cristal. La materia es producto de tiempo. A veces me paso meses y
hasta años antes de encontrar la materia de una persona. Hay que saber su forma
de ser y de pensar. Es como cuando te preguntas ¿de qué materia está hecho este
tío? Y tú mismo te contestas: este tío tiene que ser de hierro forjado.
No sé si mi abuelo supo que era poeta, pero, con estos reportajes, compuso una épica de las vidas anónimas.
Un abuelo así es un tesoro.
ResponderEliminarSí, me considero muy afortunado. Saludos, compañero.
ResponderEliminarMuy bonito. Un saludo
ResponderEliminarGracias, Esther. Un saludo.
EliminarHola Antonio, tú abuelo era todo un literato de la época. Qué suerte haber encontrado esos recortes de periódicos. Y sin duda el libro que compartes "grandes epopeyas" debe ser una maravillosa lectura, no recuerdo si leí algo así, pero me suena. Qué interesante lo del caricaturista Paco Martínez. Un placer pasar por tu blog. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Nuria. Sí que lo fue y yo heredé de él la gran fortuna de esta pasión por leer y escribir. Gracias por la visita, te sigo en tu blog. Saludos.
EliminarEs una maravilla todo esto que cuentas y, por supuesto, el abuelo. Gracias por seguirme, te sigo también. Un gusto conocer tu blog.
ResponderEliminarGracias, Maty. El gusto es mío.
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