martes, 31 de octubre de 2023

El Gran Desengaño

 



                                                                                               

                     



                             




                                                                                                                   La naturaleza tiende a ocultarse.

Heráclito.

 

Hemos recorrido un largo tramo del saber y sin embargo, llegados a este punto, nos encontramos inmersos en una confusión desoladora. El conocimiento ha sido desplazado por la información, en aras de la velocidad y la eficiencia.  La propia idea de tiempo ha sufrido un violento cambio, como si se hubiese desligado del espacio ubicándose en el vacío. Me pregunto si estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo paradigma epistemológico, del que aún no hemos tomado conciencia, y necesitamos una revisión de las coordenadas que rigen nuestra comprensión del mundo.

Suponemos que en el fondo siempre hay una solución a nuestros problemas, una respuesta a las incógnitas, en suma: una verdad, la cosa en sí kantiana que permanece vedada a nuestro intelecto. Pero todo esto, sospecho, no es más que una construcción del lenguaje, “sub-poner”, poner debajo en apoyo a lo que no se sostiene, que equivale a suponer que todos estos signos puedan tener algún sentido. La información nos construye un mundo aparente, hasta el punto en que la información en sí ha pasado a ser este mundo aparente. Los medios de comunicación moldean la realidad que intuye nuestro cerebro; es la fábrica del pensar, la producción de ideas que necesita el sistema. La fuerza de trabajo que se precisa ya no es manual sino intelectual, el sistema requiere productividad y eficiencia y cada individuo conectado lo provee de la energía necesaria. Todos conectados a la red, el flujo de producción no se detiene y nadie descansa. Una nueva forma de esclavitud que el capitalismo ha hallado para revitalizarse.

Los límites entre el  espacio público y el privado se difuminan, el espíritu de la época así lo requiere; la conciencia de la totalidad no permite claroscuros, exige transparencia. El único espacio inalienable debe ser el del arte, pero un arte liberado del yugo al que lo ha sometido el imperio de la cosmética; un arte que recupere su verdadero valor. Pero claro, si este sistema cae tendremos que llevar a cabo una revisión profunda de nuestras creencias. Muchas mentiras que hemos defendido firmemente van a evidenciarse, mostrando nuestra cara más ridícula. Una nueva era podría estar a punto de comenzar: la del Gran Desengaño.

La forma de hacer política también deberá cambiar. Las decisiones que han de tomarse no tienen parangón con ninguna otra que hayamos tomado antes y deben ser consensuadas, nadie puede quedarse al margen ni nadie puede ser silenciado. Ningún grupo de poder debe monopolizar este cambio ni se puede afrontar esta situación con las medidas acostumbradas, porque nos enfrentamos a una crisis de dimensiones insólitas.

Hemos depositado toda nuestra fe en la palabra y, quizá, haya llegado el momento de proclamar que la palabra ha muerto. Tras la destrucción del universo simbólico, cualquier revolución será imaginaria.

 

domingo, 29 de octubre de 2023

Exclusiones

 

Georg Wilhelm Friedrich Hegel 

Está claro que llevando la razón a su paroxismo podemos hacer que el Todo revista la forma de la Verdad, es la sensación que me produce la obra de Hegel. Pero, ¿qué es la Verdad? ¿No es, acaso, el resultado de poner en marcha el mecanismo lógico de la razón, su límite natural, una definición que excluye lo que no comprende en su sistema y que, como tal, lo ignora impidiéndole ser?

¿Qué ocurre fuera de nuestra conciencia, en esa dimensión a la que aún no hemos prestado atención? Quizás, en ese otro lado se encuentren las respuestas que necesitamos, quizás el esfuerzo que debemos hacer es intentar pensar desde ese otro lugar.

No sé si nuestro pensamiento amplía horizontes o los reduce, si la visión del mundo que se impone es cada vez más estrecha, si el edificio de la razón no es más que un muro concebido para delimitar el ser de la nada.

sábado, 28 de octubre de 2023

Characteristica universalis

Explication de l'Arithmétique Binaire de Leibniz.

He vuelto a releer Nueva refutación del tiempo y me ocurre algo parecido a lo que expresa Borges en su nota preliminar: “No se me oculta que este es un ejemplo del monstruo que los lógicos han denominado contradictio in adjecto, porque decir que es nueva (o antigua) una refutación del tiempo es atribuirle un predicado de índole temporal, que instaura la noción que el sujeto quiere destruir”. Pues bien, en algo debe parecerse la sensación que me ha sobrevenido al comenzar este escrito diciendo que he vuelto a releer, ya que intuyo que quien ahora lee este texto, no es el mismo sujeto que lo ha leído otras tantas veces a lo largo de esta sucesión temporal a la que doy en llamar mi biografía. Sospecho que la idea de tiempo es la mayor de nuestras invenciones, ya que sin ella, nos hubiera sido imposible crear historias. Somos incapaces de vivir sin contar, sin contarnos, y así es como sucedemos. 

Por lo que se sabe hasta ahora, la escritura surge en Sumer a lo largo del cuarto milenio antes de nuestra era, en forma de unas líneas curvas, trazadas con la ayuda de un cálamo, en pequeñas tablas de arcilla cocida. Estas cuñas servían para realizar inventario de las cosas que se podían contar; por ejemplo, las cabezas del rebaño que se entregaban como garantía del cumplimiento de un contrato. Es así como comenzamos a confiar en estos signos, atribuyéndoles una realidad en sí mismos, hasta convertirlos en el vehículo de nuestras creencias. No es extraño que estos primeros códigos fueran numéricos y que varios milenios más tarde Galileo Galilei escribiera, en su obra Il Saggiatore: “La filosofía está escrita en ese grandísimo libro que tenemos abierto ante los ojos, quiero decir, el universo, pero no se puede entender si antes no se aprende a entender la lengua, a conocer los caracteres en los que está escrito. Está escrita en lengua matemática y sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es imposible entender ni una palabra; sin ellos es como girar vanamente en un oscuro laberinto.” 

Siglos después, Leibniz va más allá y concibe un lenguaje que considere los números característicos de todas las ideas: “En efecto, después de constituir los números característicos de la mayor parte de las nociones, la humanidad poseerá un órgano de nuevo cuño que acrecentará el poder de la mente mucho más de lo que las lentes aumentan el poder del ojo y que será tanto mayor que los microscopios o los telescopios cuanto más excelente es la razón que la vista.” A Leibniz se le considera el introductor del sistema de los números binarios en Occidente, un sistema de numeración que solo trabaja con unos y ceros, cuyo uso ya está documentado desde tiempos remotos y que en nuestros días ha pasado a ser el código usado por la informática. Me pregunto si el sueño del filósofo alemán se está haciendo realidad en la inteligencia artificial, ese “órgano de nuevo cuño”, a modo de un compendio de la historia de nuestras ideas que pasa por el número como la esencia del ser pitagórica, que se sujeta al principio de no contradicción de Pármenides y que logra su ordenamiento en la lógica de Aristóteles. Así, hasta llegar a pensarnos por un ente superior que encarne la más antigua aspiración del ser humano: el descubrimiento de la verdad.

jueves, 26 de octubre de 2023

Epopeyas

Guardo como un tesoro mi primer libro, me lo regaló mi abuelo cuando cumplí once años. Se trataba de una versión infantil de las grandes epopeyas, editada por Everest, y pienso que, con ese libro, comenzó mi periplo por este mar de letras que es la literatura y por el que aún no ha dejado de navegar mi imaginación.

Mi abuelo nació en un pequeño pueblo de Badajoz y tuvo que viajar toda su vida en busca de trabajo. Desde muy joven, gozaba de una gran habilidad para contar historias, por lo que lograba emplearse en pequeños periódicos de provincia como reportero. De esta forma, recorrió varias ciudades del territorio peninsular hasta terminar recalando en la isla de Tenerife. Allí escribió, en un periódico de Santa Cruz llamado Anaga, una serie de artículos dedicados a las distintas profesiones, que guardaba meticulosamente recortados en carpetas.  Muchos años después de que mi abuelo falleciese, encontré estos documentos entre sus libros y su lectura me resultó fascinante. La mayoría de los oficios que allí se relataban ya habían desaparecido y decidí conservarlos, como prueba de los cambios que ha experimentado nuestra sociedad en tan poco tiempo. Están escritos en la década de los años sesenta del siglo pasado y, sin embargo, ya han sido prácticamente olvidados. Me encuentro, por ejemplo, con la entrevista a Santiago, el linotipista del diario “La Tarde”, que nos explica cómo funciona este ingenio: es como una máquina de escribir, tiene noventa teclas, pulsándolas suavemente se extraen las matrices que van formando una línea de la medida prevista, a la cual se le añaden los blancos necesarios para completarla y, mediante una palanca, se pasa a la boca del crisol, donde se funde la línea de plomo que va formando la galerada. Bonifacio, el fotograbador, nos cuenta la anécdota de cuando vino a Gran Canaria la actriz Silvana Pampanini a rodar la película Tirma. El avión llegó a la una y media de la madrugada y logró que el grabado estuviera en el periódico a las tres de la madrugada. Hay que considerar, nos dice, que el aeropuerto está a treinta kilómetros de la capital y había que revelar el negativo, hacer positivo, volver a reproducir negativo, hacer otro positivo, etc. Paco Martínez Pérez, caricaturista que alcanzó gran prestigio internacional, nos habla también de cómo realiza su trabajo: considero que la caricatura debe ser íntima y decorativa. Yo la hago de distintos materiales, dibujada y en color. Utilizo la madera, el barro, papel, cartulina, serpentina y hasta el cristal. La materia es producto de tiempo. A veces me paso meses y hasta años antes de encontrar la materia de una persona. Hay que saber su forma de ser y de pensar. Es como cuando te preguntas ¿de qué materia está hecho este tío? Y tú mismo te contestas: este tío tiene que ser de hierro forjado.

No sé si mi abuelo supo que era poeta, pero, con estos reportajes, compuso una épica de las vidas anónimas.