Desde el momento en que uno escribe
sobre sí mismo, ¿ya está convirtiendo su vida en literatura? ¿O, para el
escritor, la vida no es vida hasta que la traslada al lenguaje? La mañana de
hoy, contemplándola desde mi ventana antes de que despunten los primeros rayos
de luz, solo al plasmarla en el papel es cuando la siento viva.
Vueltas y más vueltas
en torno al asunto de la escritura: ¿Escribir, no escribir, sobre qué, para
qué, para quién? ¿Poesía, novela, ensayo, autobiografía? Y al final, el más
duro de los interrogantes: ¿por qué? Me aburre escucharme todos los días
mascullando la misma cantinela; procuro ensordecerme, sumergiéndome
compulsivamente en la lectura, el clamor de otras voces alivia mi angustia.
Pero al terminar cada libro, vuelve a golpear la misma pregunta: ¿para qué
todas estas palabras, infinitas combinaciones de la imposibilidad?
¿Por qué tengo la
sensación de que la posibilidad está fuera de la escritura, de que esto no es
más que un subterfugio, laberintos de la razón, juegos del lenguaje,
apriorismos kantianos? Creer que este idioma que tomo prestado, que no he
elegido, puede expresarme, ¿no es acaso un síntoma de delirio? ¿Quién ideó
estos caracteres, quién los cargó de sentido? ¿No existe otra manera de
alcanzar los significados? El lenguaje es el sostén de la civilización, solo lo
salvaje no precisa de signos.
Ahora no sé lo que
busco en un poema porque, quizás, sea el momento de dejar de buscar y de ser yo
el buscado, pararme aquí y esperar a que alguien o algo me encuentre.
¿Aprender a escribir
poesía? No, aprender a ser poeta. Hoy he vuelto a leer a Whitman. Él asistía al
nacimiento de un imperio, yo estoy presenciando su caída.
Leo a Heidegger, su
“estar en el mundo”, perfectamente explicado por la razón y, sin embargo, no es
comparable al sentir el mundo en los versos de un poeta como Whitman. Hay, en
la poesía, una superación de lo intelectivo, un trascender de la conciencia hacia
algo que no se puede explicar. ¡Pero es preciso vencer tantas dificultades para
lograrlo! Ante todo, se debe perseguir una soledad casi inhumana para escuchar
esa voz capaz de pronunciar la verdad. Solo en la voz de los grandes poetas se
percibe ese desgarro:
La prueba directa de
aquel que quiera ser el más grande poeta, es el día de hoy. Si no deja que la
época inmediata le inunde como grandes oleadas oceánicas…, y si no atrae a su
propio país en cuerpo y alma hasta sí, colgándose de su cuello con amor
incomparable y hundiendo su músculo fecundo en sus méritos y defectos…; y si no
es él mismo la época transfigurada…, y si no se abre ante él la eternidad que
hace iguales a todas las épocas y lugares y acontecimientos y formas animadas e
inanimadas, y que es el vínculo del tiempo, y que se alza de su vaguedad e
infinitud bajo la forma fluida de hoy, y se mantiene con las dúctiles anclas de
la vida, y hace que el presente señale el tránsito de lo que fue a lo que será,
y se obliga a la representación de esta ola de una hora y de este, uno de los
sesenta hermosos hijos de la ola, que se confunda entonces con el común de las
gentes y espere su perfeccionamiento…
Walt Whitman. Prefacio de la edición de
Hojas de Hierba.
Antes sentía que lo que
escribía iba de mi interior hacia afuera, de algún modo estaba vaciándome y
creo que esa fue la causa de la profunda insatisfacción que experimenté. Ahora,
siento como si lo que escribo me llegara desde el exterior, como si otro yo me
estuviera escribiendo desde fuera y esto me llena. De hecho, procuro evitar
caer en las fórmulas acostumbradas, en una manera de escribir que ya me resulta
fácil y, como tal, estéril.
De igual forma, no solo
en la escritura, también en mí se están operando cambios inevitables, el mero
paso de los años me aleja ya de ciertas futilidades. Si de algo han de servir
los desengaños es para que comprendamos el preciado don de la autenticidad.
Toda la literatura no
es más que la búsqueda de una fórmula que le dé sentido a la vida, porque
nuestra mente funciona generando conceptos y habita en el mundo de las ideas.
La lucha por encontrar este sentido procede del esfuerzo por conciliar esta
dualidad entre el pensamiento y el cuerpo. No entendemos la vida y nunca
podremos entenderla, porque la vida no se deja atrapar por los conceptos. Somos
el único ser sobre la tierra que aspira a comprenderla, de ahí que también
seamos el único ser con conciencia de la muerte. Todo lo escrito está
interpretado por lecturas que penetran hasta lo más hondo del sentido, vaciando
de símbolos los símbolos; frente a esta devastación, solo la corporeidad de las
palabras le servirá al poeta para alcanzar lo real. Que escribir sea como
respirar, que la escritura no tenga otro sentido que el de vivir; esto debe
entenderse al leer: el texto es solo un ser que respira.
Me gusta como cuestionas la motivación detrás de la escritura y que destaques la importancia de la poesía como una forma de conexión con lo inexplicable. Además, abordar la evolución personal del escritor y cómo la escritura puede transformarse en un acto vital, más que una simple expresión de pensamientos internos... Magnífica reflexión.
ResponderEliminarUn abrazo!
Transformar la escritura en un acto vital ha sido mi mayor éxito literario. Muchas gracias por la visita. Un abrazo!
EliminarBuscar algo concreto en un poema se me antoja complicado, porque quienes escribís poesía tenéis un gran mérito. Creo que es una labor que exige mucho a la mente y el resultado es un crisol de sentimientos vertidos todos ahí, en el poema. Quizá reencontrarse con uno mismo como bien sugieres sea la solución a la duda.
ResponderEliminaren todo caso, el lenguaje nos ayuda: "El lenguaje es el sostén de la civilización, solo lo salvaje no precisa de signos".
Gracias por compartir tus interesantes reflexiones.
Te invito a comentar mi relato: "La torre de los sabios" si tienes unos minutos. Tu opinión es valiosa para mi.
https://marcosplanet.blog/la-torre-de-los-sabios-relato-breve/
Muchas gracias