La escritura es un
cálculo de probabilidades significativas. La fórmula literaria consiste en
combinar imágenes hasta lograr el máximo de su expresión. El texto como
ecuación que sirva para expresar la equivalencia entre lenguaje y realidad, en
el que las palabras son las variables, la norma gramatical la constante, los
métodos: sustitución, igualación o reducción (metáfora, metonimia o
sinécdoque). Todo ello para alcanzar un resultado: el sentido, que es
interpretación de la imagen. La intertextualidad como un sistema de ecuaciones
empleado para hallar el valor de las incógnitas. A esto lo llamamos especular.
La razón es matemática
y el mundo es una infinita matriz de datos. La escritura es aritmética,
escribir es contar. La mente solo entiende de ser o no ser, códigos binarios;
nuestra visión de la realidad está ordenada por el principio de no
contradicción.
El pensamiento no ha
hecho más que dar giros y más giros sobre el mismo eje: el sentido; el poeta
traslada esta figuración y la hace girar sobre el eje del significante.
Pensamos en el sentido y no reparamos en el signo. La pregunta no es qué
significa sino quién significa.
Esto de "el mundo como una matriz de datos" yo lo atribuyo al mexicano Grinberg. Más (o menos) que matemática, la razón es lógica y así el lenguaje. La mente debería ser más que eso, porque si solo es eso, es poca cosa, insatisfactorio. Debemos arriesgarnos a encontrar nuevas formas de "conocimiento" o no saldremos de este círculo infernal en que andamos metidos.
ResponderEliminarMuy interesante este análisis, lo leeré de nuevo.
ResponderEliminarLa razón es matemática y el mundo es una infinita matriz de datos... Interesante artículo. Un abrazo
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