Si
arrancáramos la raíz de las palabras eliminaríamos la lengua y el mundo
enmudecería. No se trata de descender hasta las raíces, sino de descender hasta
el agua.
Los
dioses lo tienen todo dispuesto y el altar está preparado para los sacrificios.
La
marca que exhibe la clientela como signo de pertenencia a la casa, el logotipo
que les identifica y les provee de un estatus; escribir es hacer marcas en la
superficie de un cuerpo.
La
marca necesita extender su huella para hacerse omnipresente y para ello
requiere de la creación de nuevos espacios; conquistado el cuerpo físico nos
procura el cuerpo virtual, en el que nosotros mismos somos marca de la marca.
Así compite con la huella de Dios.
“Pienso, luego existo”; “la religión es el
opio del pueblo”… máximas del saber que devienen eslóganes, el espíritu del
tiempo sabe adaptarse a nuestra indigencia,
Todo es insignificante, excepto la vida que es tan grandiosa que tiene un irremediable final. Un placer leerte. Abrazos
ResponderEliminarGracias, Nuria. Otro abrazo!
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